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hay fe en el valor de la misión, o se duda de su posibilidad, ese empeño para que practiquen esos cambios con sus propias vidas y así salir a
fracasa.
La creación de una misión no es tarea fácil ni simple, pues se trata de
acotar una parcela del amplio espectro imaginativo y utópico del que
podemos soñar. Es el supuesto inicial: la Universidad no puede ser de
todo para todos. En el horizonte de lo posible, siempre habrá límites.
Los recursos, las capacidades y el entorno posibilitan el campo de
acción para hacer X, pero no para hacer Y. ¿Dónde encontrar las
fuentes de la misión? Es una pregunta que debemos responder. ¿En los
estudiantes? ¿En la sociedad? ¿En el mercado? ¿En los saberes
académicos? ¿En la naturaleza de la educación superior? ¿En todo lo
anterior?
Ahí está la creatividad del liderazgo universitario y del pensamiento
científico, en armonizar y dar coherencia a elementos que son diversos
y a veces conflictivos. El liderazgo no es autoritario, sino compartido, sus ojos no se trata de posicionar a una disciplina por encima de la
porque no somos militares en guerra, sino universitarios buscando
juntos la verdad. Cada cual tiene su voz protagónica: facultad,
administradores, síndicos. Es un reto formidable para el liderazgo
universitario. Nos debe interesar mucho dos cosas: hacer que la
Universidad avance y hacer que cada miembro de ella realice sus
sueños y talentos. La misión mira al futuro, pero se afinca en el
presente. Hay que tomar el pulso correcto de dónde estamos, para
movernos hacia donde queremos estar. Ignorar la realidad y fantasear
con un ideal Quimérico son los peligros de quienes añoran mejores
futuros.
[…} No necesariamente la misión que buscamos está al doblar la
esquina, pero tampoco está allende nuestra capacidad de construirla en
un tiempo corto y razonable. Al pensar sobre la misión, vendrán por
añadidura las grandes preguntas, los apremiantes desafíos y los
imperativos de planificación. En esta aventura nos hemos
comprometido voluntariamente en la Junta de Síndicos a nombre del
pueblo puertorriqueño, haciendo la parte que nos corresponde.
Cito a mi querido amigo, el Dr. Coco Morales, presidente de
Intelligence Forecasting, cuando dice: “La educación, más que un
evento de aprendizaje, es un proceso de aprendizaje que debe conducir
a la madurez del estudiante. Es un asunto de invertir tiempo en la
formación del pensamiento; establecer aquellas áreas que son
candidatas para el cambio y la transformación; reconocer y afirmar
aquellas cosas que salen bien; ensayar aplicaciones y ejercicios
prácticos; y compartir el conocimiento con otros seres humanos con la
aspiración de cultivar una comunidad de aprendizaje y educación.”
La educación debe fortalecer la identidad, ya que lo que somos
determinará lo que hacemos. La identidad establece quiénes somos y
cómo vamos a responder a nuestros dilemas, intereses y deseos
encontrados. Por tal motivo, no podemos olvidarnos de nuestras
raíces, es decir, de dónde venimos, y cómo esta travesía ha contribuido
a nuestros pensamientos, a nuestros sentimientos y a la integridad
plena de su ser, de manera que sus labios no traicionen a nuestro
corazón y así disfrutar de la condición de hombre libre y feliz, aquel
que está siempre en guardia para no dividir su espíritu.
Ante la pregunta sostenida de ¿dónde debe concentrar la Universidad?,
nuestra contestación es que en la misión de formar seres humanos
plenos que sepan fijarse en lo que aprenden y pensar adecuadamente
para encarar problemas. Se trata de enfrentar la vida con entusiasmo y
sentirse bien con los problemas que hay que abordar, trabajar y
resolver.
Para tener pensamiento científico no tiene que ser un científico. La
educación debe llevar al educando a escoger con propiedad el
repertorio de sus actividades y comportamientos. Si los educandos van
a ser agentes de cambios, la universidad se constituye en un espacio
transformar la realidad. Aprovecho la oportunidad para citar al
doctor Coco Morales nuevamente: “Por su edad longeva, el Dr.
Mayol dice que mientras más uno vive, más queda forjada nuestra
vida por nuestras decisiones. Mientras más se vive, más decisiones
se adoptan y más responsabilidades hay que demostrar con la
manera en que se vive; es decir responsabilidad con la manera en
que la vida se va desdoblando... el Dr. Mayol comparte la idea de
que nuestras actitudes y comportamientos son producto de nuestras
decisiones. La libertad es la capacidad asistida de adoptar
decisiones responsablemente.
En el núcleo de este ejercicio de transmisión de valores, actitudes y
conocimiento, yace lo que el Dr. Mayol llama una cultura de paz
cuya propagación constituye la misión sagrada del educador. En
otra –de hecho, demuestra un respeto sin precedentes por labores e
intereses interdisciplinarios y por materias en las que no se ha
especializado- sino que se trata de asegurarnos que nuestros
educadores sean conscientes de sí mismo como arquitectos de la
civilidad y la paz de nuestras sociedades”, culmina la cita.
Las universidades tienen diversas funciones en la sociedad, pero
hay tres que me parecen esenciales si hemos de comprender el papel
que juega la educación superior en el mundo actual. Una es
generar, interpretar y difundir conocimientos. La otra es desarrollar
la inteligencia tanto humana como artificial al nivel más sofisticado
posible, esto es, proveer estructuras de conocimiento
contextualmente relevantes para el entendimiento e intervención
con la realidad. La tercera es que esos conocimientos e
inteligencias favorezcan las ciencias, las artes y las culturas en un
sentido positivo y transcendental, es decir, que promuevan la
dignidad humana y la calidad de vida mundial.
No hay duda que estamos entrando en una nueva era histórica
caracterizada por procesos de integración y globalización basados
en un patrón “tecno-bio-informático”. Ello requiere que las
instituciones universitarias tradicionales cambien eficazmente para
dar cabida al pensamiento científico.
Finalmente, la belleza estética del proceso de pensamiento
científico radica en una fina y sistemática artesanía para convertir
los datos (colección discreta de elementos) en información (datos
ordenados siguiendo algún criterio), en conocimientos útiles
(aplicados) para adoptar decisiones inteligentes que demuestren
sabiduría. El objetivo siempre debe ser mejorar y edificar la
realidad para asegurar que hay progreso y prosperidad (Alfred
North Whitehead, Process and Reality).
El estudiante que es transformado por el pensamiento científico
reconoce el impacto significativo de la educación científica y en su
expresión senti-racional.
Muchas gracias, que Dios los bendiga y, por favor, salgan a edificar
el próximo país con pensamiento y cultura científica.
Y siempre recuerden que la gratitud es la memoria del corazón.
¡Bendiciones!
www.br.inter.edu
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